Mujeres por un cambio cultural

Queridas colegas. Queridas compañeras de este trabajo arduo y difícil de resolver los conflictos, el que, por otro lado, nos da la satisfacción de trabajar en la pacificación de la sociedad. Porque el derecho sigue siendo la única vía que permite que, a veces, las contiendas sean ganadas por quien no es el más fuerte, el más rico, el más poderoso. 

El derecho sigue siendo una vía para que el más débil pueda hacer oír su voz.

Como mujeres no podemos olvidarnos de nuestra historia colectiva.

Aunque seamos chicas superpoderosas, porque somos profesionales, formamos parte de un poder del Estado y cobramos un buen sueldo, no podemos olvidarnos que somos una burbuja en el conjunto de las mujeres.

Que nosotras podamos estar hoy aquí es una herencia que hemos recibido de por lo menos dos siglos de luchas por el acceso de las mujeres a la igualdad y a la equidad.

Esta lucha empezó oficialmente con las sufragistas, mujeres valientes que en el siglo XIX se animaron a desafiar los valores imperantes y el rol que la sociedad les imponía, para pedir por el primero de los derechos: el derecho a la ciudadanía, que Hanna Arendt califica como el más importante porque es “el derecho a tener derechos”.

Por luchar por este derecho, las sufragistas fueron perseguidas, encarceladas, vejadas, torturadas y asesinadas.

Hoy podemos estar aquí porque, lo sepamos o no, somos herederas del feminismo de la igualdad, del feminismo de la primera hora, del feminismo de Simone de Beauvoir, del feminismo que luchó por el acceso de las mujeres a las universidades. Hace menos de un siglo, la Facultad de Derecho de la UNT, de la que muchas somos egresadas, denegaba el ingreso a las mujeres con la excusa que no había baños para mujeres. Como sigue sucediendo hasta hoy, cuando se discrimina, pocas veces se dispara la explicación brutal.

La mayoría de las veces se disfraza la discriminación con el ropaje de la protección. La verdadera razón es que se consideraba a la abogacía como una carrera demasiado violenta para ser ejercida por una frágil mujer. La primera abogada que se recibió en la facultad de derecho de la UNT no ejerció. La segunda que se recibió y primera en ejercer, la Dra. Villagra de Billone me contó personalmente que cuando ella fue con su padre y su hermano, que la presentaron orgullosos en su primera reunión del día del abogado, el primer saludo que recibió fue de un abogado que le dijo: ¿Qué hace Ud. aquí? Dedíquese a la docencia. Yo a Ud. no le confiaría ni un cobro de pesos.

¡Qué bienvenida! ¡y eso que ya había baños de mujeres!

Somos herederas también, aunque no lo sepamos, del feminismo de la diferencia que dijo: estamos de acuerdo con la demanda por la igualdad formal pero recuperemos la voz de la mujer  y el derecho a ser diferentes sin que esto signifique una pérdida de derechos. La licencia por embarazo es fruto de esta lucha, en Argentina. En Estados Unidos no existe licencia por embarazo. En Chile, todavía hay obras sociales que tienen lo que se llamó vulgarmente “planes sin útero”, o sea, planes que cubren todo menos el embarazo y el parto.

¡Qué importante que es destacar que la igualdad de derechos no tiene que ser una aplanadora que mutile las diferencias!

Norberto Bobbio dice: ”hace falta la igualdad allí donde la diferencia cercena derechos. Pero hace falta la diferencia allí donde la igualdad cercena la identidad”.

¡Qué importante que es defender este legado del feminismo de la diferencia que dice que la sociedad debe escuchar dos voces, de distinto tono, pero de igual importancia!

Somos herederas, aunque tal vez no lo sepamos, del feminismo radical que considera al patriarcado como un sistema de dominación jurídico, político y económico y que erigió al feminismo en una doctrina.

Gracias al método deconstructivo del feminismo radical hoy pudimos cambiar la jurisprudencia de los tribunales, por ejemplo, en el instituto de la legítima defensa. Pudimos detectar la existencia de normas androcéntricas y la existencia de aplicaciones androcéntricas de las normas.

El instituto de la legítima defensa, por dar sólo un ejemplo, ha sido creado por hombres y para hombres. Presupone una lucha entre dos personas con fuerza similar. Las mujeres sabemos que nunca enfrentaríamos a un hombre en una batalla cuerpo a cuerpo, es una lucha perdida. ¡Cuánto costó introducir el concepto de la legítima defensa diferida en las situaciones de violencia doméstica!

Ojalá pudiera terminar esta conmemoración del día de la mujer diciendo que hemos logrado la igualdad.

Muchas mujeres se tranquilizan, sobre todo las chicas superpoderosas, pensando que esto de la desigualdad entre el hombre y la mujer es historia.

A esas mujeres les tengo una mala noticia: no es así. No es así no sólo en Irán, no es así en la Argentina.

Todavía existen normas androcéntricas, como la diferencia entre la licencia por maternidad y la licencia por paternidad. Uds. Me podrán decir: pero si es un beneficio para las mujeres. Y es así pero resulta que, además de ser una de las causas de la discriminación laboral a las mujeres en edad fértil, esta diferencia refuerza los estereotipos que establecen que el cuidado de los hijos recae en su totalidad o principalmente en las mujeres.

Y modificar este patrón sociocultural no es sólo una expresión de deseos, es una obligación del Estado y de nosotras como operadoras de uno de los poderes del Estado. Es una obligación que está contenida en el art 5 de la CEDAW.

Y todavía existen prácticas androcéntricas. Demos un ejemplo del Poder Ejecutivo para no recargar todas las tintas sobre el Poder Judicial. Se dice hasta el cansancio que la seguridad se va a mejorar proporcionalmente a la mayor cantidad de personal policial patrullando las calles. Les doy una mala noticia para las mujeres: la mayoría de las agresiones a las mujeres se producen en el hogar y en los ámbitos privados. Esto significa que una política pública de seguridad que se base únicamente en llenar de policías las calles, está invisibilizando las necesidades del 50 % de la población.

Todo esto tiene consecuencias concretas. En cifras de UNIFEM, el decil inferior, o sea, el 10 % más pobre de la humanidad está constituido en un 90 % por mujeres. Esto es una consecuencia directa de la diferencia de salarios entre hombres y mujeres y de la mayor asignación a las mujeres del trabajo no remunerado: cuidado de hijos, ancianos y enfermos.

Yo las invito a que, en el lugar en el que estamos, contribuyamos a la lucha por la igualdad de hecho y la equidad de género.

Que apliquemos la perspectiva de género en nuestras decisiones judiciales. Que utilicemos el método deconstructivo para poner bajo sospecha a una norma androcéntrica o a una aplicación androcéntrica del derecho.

Que tomemos conciencia que hay un impacto diferenciado de las normas y sentencias en los hombres y en las mujeres, porque las mujeres seguimos siendo un grupo desplazado de los lugares de poder.

Por eso quiero finalizar esta conmemoración del día internacional de la mujer invitándolas especialmente a que nos unamos para exigir el cupo femenino en la Corte Suprema de Justicia de Tucumán y en el Corte Suprema de Justicia de la Nación.

Gracias.

Claudia Inés López. Jueza de Familia de la VI Nominación del Centro Judicial Capital.